miércoles, 29 de julio de 2015

BALCÓN DEL MEDITERRÁNEO



La soñadora recordaba también la tradición del agua milagrosa de Sant Magí, el patrón de la moderna Tarraco. En la vigilia del santo, una ancestral procesión recorría la ciudad, encabezada por Magí de las Timbalas, un simpático personaje que montado en un burrito hacía sonar solemnemente unos sonoros tambores. Le seguían gigantes y cabezudos al son de la música festiva. El  Negrito, con su traje blanco almidonado, mostraba en sus manos los papeles de su libertad, la certificación del fin de su esclavitud. La guapa Negrita, su compañera del alma, con su vestido acampanado a rayas blancas y rojas, portaba  un vistoso lorito verde, recuerdo de su querida tierra caribeña.
A la soñadora le gustaba caminar por la Rambla Nova y acercarse al Balcón del Mediterráneo, un señorial mirador desde el que se divisaba un mar saturado de azul y plata. Una estatua de Roger de Llúria, almirante de la Corona de Aragón, observaba permanentemente desde aquel lugar privilegiado la lejana línea del horizonte.


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