viernes, 14 de agosto de 2015

LA LENTA AGONÍA DE LA LUZ

Y llovió espuma blanca, cual anhelado maná, para que labios sedientos no sintieran soledad. Y en la oscuridad, un cáliz de plata brilló, un rayo de luz le hirió y lo oscuro se hizo verdad. Y contemplé aterrada, con que sigilo y candor se realizaba el milagro, nacimiento del amor.  Con ritual de leyenda ecos misteriosos suenan y nacen al mundo armonías del jardín de las delicias. Notas suaves, silenciosas, alegrías infinitas, renace la poesía, mientras el alma dormita. El silencio hace silencio para escuchar con temor esas notas misteriosas, esas notas son amor.
La joven sentía en su interior trazos difusos de un mundo inexplorado, de un universo inalcanzable.
¡Qué hacer ante tanta absurdidad! Tenía que moldear su alma, revestida de un cuerpo irreconocible, a la luz de las viejas enseñanzas de los sabios.

La interminable podredumbre de la sangre, el delirio ardiente o la lenta agonía de la luz eran nubes fosforescentes en un cielo luminoso, bajo el cual un horizonte borroso distanciaba definitivamente la realidad de la ficción.

                                                                 (De la novela "Eucaliptos rojos")

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