El
Palacio Real de Agnosinia era una imponente construcción con una cúpula de oro
en la que en lo alto de un extenso mástil ondeaba una bandera, blanca y
amarilla, con el símbolo del Reino de
Algalia en el centro, un sencillo y esquemático reloj de arena.
“¿Cómo
adquirimos el concepto de Dios? Existen lazos misteriosos entre las partes del
cerebro que gobiernan las emociones y las que controlan la racionalidad. ¿Cómo
se establece este sutil trasvase de conocimientos? La fe es algo
extraordinario, no obstante no debemos presuponer que el resultado de la
actividad de la misma sea necesariamente verdadero”, argüía Alesia.
Gracias
amigos míos. Os agradezco de corazón vuestros desvelos. Cuidaros mucho y no
olvidéis que el amor es lo único que os puede consolar. Estamos en esta tierra
de paso y tarde o temprano hemos de afrontar el viaje al más allá. La
positividad atrae positividad. Sed fuertes y no temáis a nada. La ignorancia es
ingrata, pero a veces también tiene su lado reconfortante.
¿Quién
más sabe? El que ignora los misterios del cosmos o el que siendo un gran sabio
es consciente de que no sabe apenas nada.
Todo
eso lo soñaba Sofía, ¿o, tal vez lo soñaba la propia Alesia?
De la novela “Eucaliptus rojos”
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