Alesia y Utar están
formados por la frágil sustancia de los sueños. Son como robots de carne y
hueso que experimentan sentimientos como los humanos, aún sabiendo que son únicamente
el pensamiento abstracto de un dios invisible. Todo ello acontece en medio de
una atmósfera irreal, en la que la presencia de mitos y una extraña melancolía
de un pasado perdido son una constante.
Nadie queda
indiferente al leer Liturgias imperfectas.
El escrito es como un preludio intuitivo de libros venideros que desplegarán
acontecimientos simbólicos y sagrados, capaces de justificar el devenir de la
humanidad. En definitiva, Liturgias
imperfectas es una sinfonía cósmica que nos acerca a la grandeza
infinita de la Biblia o el Corán.
Como dice Alesia,
rememorando a María Estuardo: “En el
final está mi comienzo”. La historia es cíclica y los hechos se encadenan unos
a otros en una cadencia que nunca termina.
Rubén
Salazar ( Gaceta Cultural de Medellín)
LITURGIAS IMPERFECTAS: SÓLO EN AMAZÓN ( link más abajo)
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