martes, 20 de octubre de 2015

LITURGIAS IMPERFECTAS EN EL VATICANO

Mientras Alesia se pasea por Agnopolis, los poros de su piel se impregnan de olor a salitre, a brea, a ciudad vieja, a guisos marineros, a humo de velas,…Y sin saber cómo su subconsciente la devuelve al tiempo nostálgico de su infancia idolatrada, a la magia inconmensurable de una ciudad mediterránea con raíces romanas y pétreos monumentos, envuelta por un halo dorado y un pasado glorioso.
Cuando terminé la novela sentí la necesidad de dejarla leer a mi familia y a alguno de mis mejores amigos, y sin saber exactamente por qué también pensé en enviarle un ejemplar dedicado al Papa Benedicto XVI, que hacía poco acababa de renunciar a la Cátedra de San Pedro. Creí que, tal vez, en aquellos momentos el pontífice tendría un poco más de tiempo de lo que había sido habitual en su vida en el transcurso de los últimos años y podría echar un vistazo a mi escrito. Es indudable que en el tema de la doctrina de la fe, el eminente teólogo, es toda una autoridad.
Al cabo de unos meses, Benedicto XVI me envió una carta en la que muy afectuosamente me expresaba su parecer. Deseo ahora agradecerle públicamente la gran amabilidad que me mostró y dedicarle mi novela. Me encantaría también poder compartir con todas las personas que lo deseen ese breve ensayo o reflexión acerca de la relación entre la fe y la realidad empírica verificable, aunque, como veréis más adelante, sobre esa dualidad aún queda mucho por decir.
¿Ciencia y religión son caras de una misma moneda?

                                                      Francesc Montejo: Del prefacio de “Liturgias imperfectas”



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