Siempre
quedará un enigma indescifrable encerrado en las paredes de la casa rural. La joven seguía elucubrando: “Si Amanda en verdad existió: “¿Fue estrangulada por Matías?”
Laura
arguyó una posible respuesta a esta última cuestión. De acuerdo con la paradoja del gato de
Schrödinger: fue estrangulada y no lo fue
a la vez. Y ese era un dilema
cuántico insalvable. Sin embargo sus conjeturas eran sólo hipótesis de
sucesos indecibles.
Laura había resuelto no devanarse más los
sesos con aquella disyuntiva. Pisó con decisión aquella tierra que tiempo atrás
había sido cobijo de lobos salvajes. A sus espaldas quedaba definitivamente una
alfombra roja de flores fluorescentes que
se arremolinaban impulsadas por el viento, a los pies de unos taciturnos
eucaliptus.
De la novela "Eucaliptos rojos"
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