"El tiempo
podría ser ilusorio y pasaría a ser como un clasificador
de universos, más que la noción del mismo que nosotros tenemos."
Sabemos que el espacio está constituido por partículas subatómicas: quarks y electrones, que a su vez no son otra cosa que filamentos microscópicos vibrantes. Nuestro sistema sensorial gracias a la acción de filtrado de los estímulos externos que recibimos visualiza imágenes mentales del espacio, un concepto que se elabora mediante el software de nuestra mente. En realidad las percepciones que captamos, incluido el espacio, son subjetivas. Es lo que podríamos calificar como espacio ingenuo.
Sabemos que el espacio está constituido por partículas subatómicas: quarks y electrones, que a su vez no son otra cosa que filamentos microscópicos vibrantes. Nuestro sistema sensorial gracias a la acción de filtrado de los estímulos externos que recibimos visualiza imágenes mentales del espacio, un concepto que se elabora mediante el software de nuestra mente. En realidad las percepciones que captamos, incluido el espacio, son subjetivas. Es lo que podríamos calificar como espacio ingenuo.
La composición íntima de la materia y sus leyes
intrínsecas determinan el comportamiento del universo. Si cambiásemos
ligeramente alguno de las características de las partículas elementales, como la masa, el spin o la carga eléctrica
ya nada sería igual. Tal vez no seríamos homo
sapiens.
Para hablar un poco de todo ello hemos invitado a Sonia Fernández Vidal para que nos
ilumine con sus conocimientos. Sonia es doctora en física quántica y ha
colaborado con centros tan relevantes como el CERN de Suiza (Organización
Europea para la Investigación Nuclear) y el laboratorio Nacional de los Álamos
de USA. Sonia ha publicado en los últimos años novelas y libros de divulgación
científica de gran éxito editorial, como La
puerta de los tres cerrojos, Quantic
Love y Desayuno con partículas.
Converso con Sonia sin prisas en un bar cerca del puerto de Barcelona, con el
ruido de fondo de vasos y platos entrechocando. Será un auténtico desayuno con
partículas.
Entro en materia sin preámbulos: “¿Sonia, qué había antes
del Big Bang?”
Sonia sonríe y sin alterarse dice: “ En principio la teoría del Big Bang
nos explica que en los inicios del universo, a tiempo t=0, si retrocedemos unos
miles de millones de años, se produjo una singularidad,
que es una forma de decir que no tenemos idea de lo que pasaba en aquel momento.
Una de las teorías más consolidadas señala que el espacio y el tiempo nacieron
precisamente con el Big Bang, por lo que fíjate en la paradoja de preguntarnos
que había antes del Big Bang. A pesar de ello han surgido otras explicaciones
como la teoría de las cuerdas, en los años sesenta, integrada en las de las branas o membranas, que postula que existen
multiversos u otros universos como el nuestro. Por lo
tanto sí que tendría más sentido preguntarnos que había antes de la explosión
primigenia. Estos universos estarían situados uno tras otro como s ábanas colgadas, que normalmente no interaccionan entre sí, sin
embargo algún choque fortuito hubiese podido ocasionar el Big Bang. Según estas
otras teorías sí que podría haber existido algo antes de la gran explosión,
aunque no lo sabemos con exactitud. Ésta era una pregunta que hasta ahora los
físicos rehusábamos contestar, pero en la actualidad empiezan ha surgir algunas
dudas de si realmente podríamos aventurarnos a pensar en lo que había antes,
por lo menos de forma matemática.”
Sonia respira profundamente y aprovecho para plantearle
la siguiente cuestión: “Muy relacionado con la anterior cuestión, me pregunto
si las leyes de la física existían antes del Big Bang…”
Sonia ataca la respuesta sin titubear: “ ¡Ah, bueno!, se
trata de un tema complejo, tal vez más filosófico que físico, incluso más
matemático. De acuerdo con la teoría de los multiversos existen tres posibles
explicaciones. La primera sostiene que las leyes de la física y sus constantes,
como la velocidad de la luz, etc. se comportan igual en todos esos universos,
por que todos ellos serían muy parecidos al nuestro. Otra posibilidad sería que algunas de las constantes físicas difirieran
en comportamiento de las que conocemos. Sería como un nivel dos de la anterior hipótesis
e incidiría, por ejemplo, en el
comportamiento radioactivo, en como se unen los quarks en los átomos, o en que las
interacciones nucleares débiles pudiesen ser más intensas que las fuertes. La
tercera posibilidad, más teórica y matemática, contempla la posibilidad de que
las leyes de la física fueran completamente diferentes y abstractas de las que
conocemos. En este caso podría caber cualquier posibilidad, más allá de lo que
nuestra mente es capaz de imaginar.”
Sonia sonríe complaciente. Sus ojos parecen tener una luz
interior, tal vez porque nuestra conversación bordea los límites de la ciencia
ficción. Acto seguido me aventuro con la siguiente pregunta: “Parece ser que el
tiempo de las partículas microscópicas es reversible, a diferencia del tiempo
macroscópico que conocemos todos. ¿Esto no es un contrasentido?”
La respuesta de Sonia también es inmediata: “Existen
muchos contrasentidos y situaciones que chocan mucho con nuestro sentido común
dentro del mundo cuántico. Es cierto que el tiempo puede ir hacia atrás en
ciertas partículas fundamentales que experimentan un extraño comportamiento. Es
decir, la flecha del tiempo podría
invertir su sentido. Pero más que pensar que el tiempo puede ir hacia atrás, lo
que nos pone realmente en jaque es que el concepto de tiempo no sea el mismo
para nosotros que para las partículas fundamentales. Por ejemplo, en la teoría
de las cuerdas es como si los distintos
universos fuesen estáticos y el tiempo nos sirviera para distinguir unos
universos de otros. El tiempo podría ser ilusorio y pasaría a ser como un clasificador de universos, más que la
noción del mismo que nosotros tenemos. En el universo cuántico existen muchas
cosas a las que estamos acostumbrados que dejan de tener sentido.”
No puedo reprimir una exclamación: “ ¡Es fantástico,
parece que la física y la metafísica vayan de la mano en estos campos!”
A lo que Sonia replica: “El universo puede llegar a ser
más misterioso de lo que podríamos imaginar.”
Para finalizar suelto mi última cuestión: “ ¿Sonia, qué
pregunta me he dejado en el tintero que te hubiese gustado que te hiciese?”
Sonia se ríe y piensa unos instantes. Luego dice:
“Existen en el campo de la física tantas y tantas cosas… Probablemente la mejor
pregunta sería aquella en la que aún no hemos pensado. Einstein decía que lo
más importante no es dar respuesta a las preguntas conocidas, sino saber encontrar
preguntas nuevas. El reto es plantearse la pregunta. La respuesta ya va de la
mano.”
Ha sido un auténtico placer este desayuno tan especial
con Sonia. Le agradezco su exquisita amabilidad y le expongo el proyecto de Innsenses, que consiste en la creación
de un blog cultural para tratar temas
diversos sobre ciencias, arte y metafísica. Asimismo le explico que ella ha
sido nuestra primera invitada de honor y afectuosamente accede a firmarnos su
último libro. Su dedicatoria, cálida y apasionada, supone una bonita esperanza
de futuro para nuestro proyecto. Gracias Sonia.
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