“La
arqueosensorialidad”-I-
(Marco
sensorial esencial)
Josep
de Haro Licer
Doctor en Medicina y
Cirugía. Especialista en ORL de BSA (Badalona Serveis Assistencials). Asesor
Científico de Percepnet. Vocal Comisionado de I+D de SECS
(Sociedad
Española de las Ciencias Sensoriales). Especializado en Medicina
Sensorial.
Cuando hablamos de sensorialidad, en
la mayoría de los casos nos quedamos con la idea de los cinco sentidos
funcionando como una cosa “normal”, es decir
que están ahí desde siempre, como algo que “siempre” han existido. Para
entender que no ha sido siempre así expondremos una serie de datos que nos
permitirán comprender como se han ido construyendo nuestros sentidos. Para ello
entraremos en el territorio la arqueosensorialidad.
La arqueosensorialidad nos muestra
la experiencia sensorial que vivieron nuestros ancestros y como desde ella se
construyó la vida hasta llegar a las culturas. Puede parecernos algo extraño
tratar la arqueología desde un punto de vista sensitivo, debido a que damos por entendido que el Ser Humano
ha sido siempre como somos nosotros ahora o que si no era como nosotros se
parecía a un animal de comportamiento “paria”, donde los instintos serían sus
riendas.
Para romper ciertas inercias que
arrastramos a nivel de ideas, y poder
repensar la sensorialidad que presentamos los seres humanos desde el punto de
vista evolutivo, y poder entender como
ha surgido a través de nuestros antecesores, debemos descubrir cómo era la
sensibilidad en los seres vivos, como eran sus sentidos, en qué áreas se
desarrollaron más, a lo largo de la evolución, a lo largo de la aparición del
Homo Sapiens, para comprender mucho mejor como hemos llegado a ser lo que
somos. Para ello describiremos un recorrido por el cual los sentidos se han ido
estructurando “complejificando”.
Empecemos por hacer referencia a que cada uno de
nosotros, trabajemos en lo que trabajemos, nos basamos en la sensorialidad que
tenemos. Es imposible comunicarse con el entorno, los demás y con uno mismo sin
nuestros sentidos. Ante tal hecho podemos escoger que nuestros sentidos se
enmohezcan o podemos decidir como aprender de los conocimientos que nos aportan
las distintas disciplinas del saber humano sobre el mundo de la sensorialidad.
Si escogemos esta última, habremos de tener presente lo que Kant ya apuntó en
su libro “La crítica de la razón pura”:
¿Qué puedo conocer?, Qué debo hacer? y ¿Qué me está permitido esperar?.
Un ejemplo del desarrollo
sensorial actual lo tenemos en el
cálculo hecho sobre el tiempo necesitado
para la incorporación de nuevas tecnologías en nuestras vidas
cotidianas; por ejemplo se necesitaron 39 años para que 5.000.000 de personas
utilizasen los primeros aparatos de radio, 13 años para que la misma cantidad
de personas utilizasen la TV, 4 años para el Ipad, 3 años para Internet, 2 años
para el Facebook y 9 meses para el Twitter…etc. con el resto de aplicaciones.
Como puede comprobarse el grado de información a la cual se tiene acceso es
descomunal y la velocidad a cual uno acoge esas fuentes de información es
tremenda. Ninguno de estos medios de comunicación y menos la información que
aportan están fuera del campo sensorial. Nos toca hacer un apunte especial acerca del torrente
de información que nos lleva, y la
velocidad con la que se mueve nuestra educación sobre la sensorialidad, la cual
dista mucho de parecerse a la velocidad de evolución actual de las tecnologías
de la información y muchísimo más de la tecnología de la información de
nuestros antepasados. Tal diferencia supone un desarrollo sensorial distinto.
La exposición de los datos que se
presentan en éste documento tienen por intención llamar la atención hacia la
concienciación de nuestra sensorialidad, que aunque parece que viene de serie,
realmente ocurre que debe ser educada; ¿y qué más que aprender cómo se han
construido nuestros sentidos a lo largo de la historia del ser humano?
La ausencia de pedagogía de la
sensorialidad repercute de forma muy negativa en las capacidades de
conocimiento del ser humano. Aristóteles ya dijo “No hay nada en el intelecto
que no haya entrado antes por los sentidos”[i]; a ello
hemos de añadirle que todos los seres
humanos estamos discapacitados, en algunos aspectos de nuestra vida, y nuestra
sensorialidad se mueve en paralelo con respecto a nuestras abrumaciones y
limitaciones. Para educar nuestra
sensorialidad hemos de partir de que “La vida no es gratis” …se paga para
entrar en ella, se paga para salir…y cotiza en la “Bolsa de los Sentidos”. La
única forma de sobrevivir es cuidar y desarrollar los sentidos. (Cuadro 1 )
Cuadro-1
Como hemos indicado olvidamos que los
sentidos no han surgido de forma “hecha y derecha”, han necesitado aparecer,
amoldarse, pulirse y evolucionar. Desde que se formó la Tierra y apareció la
vida los sentidos ha tenido que superar 4-exterminios masivos “casi”
totales de la vida presente en nuestro
planeta.
Hace 4000 millones de años apareció la
vida en la Tierra, en forma de bacterias, que fueron las primera formas
sensoriales que existieron en forma de quimiotropismo que les permitía moverse
hacia (atracción) o huir de (rechazo) de sustancias químicas de su entorno, en
función de su necesidad de nutrirse o de alejarse del peligro, lo mismo sucedía
con el fototropismo (atracción-rechazo de la luz en función de sus
supervivencia), el electrotropismo (atracción-rechazo de cargas eléctricas del
entorno), el termotropismos para la temperatura del entorno, el magnetotropismo para la detección del campo
magnético terrestre a partir del cual se desplazan, etc…
2000 millones de años después, es decir
hace 2000 millones de años, nuestro planeta se heló (primera glaciación) hasta
tal punto que estuvieron a punto de perecer todas las bacterias, que eran la
forma de vida de nuestro planeta hasta aquel momento, fue la primera gran
catástrofe planetaria. De las pocas bacterias que sobrevivieron surgieron los
primeros organismos pluricelulares, que vivieron junto con las bacterias
durante 250 millones de años, momento en el cual apareció la segunda
catástrofe, está vez por la inundación de toda la superficie de la tierra por
el magma que emergió por todas partes (hace 1750 millones de años), que condujo
al segundo gran exterminio de la vida. Después de esto las pocas bacterias y
organismos pluricelulares que sobrevivieron, dieron a lugar a las plantas.
Las plantas presentaron una evolución
sensorial que podría tener ya una cierta semejanza con nuestro sistema
nervioso, el cual se distingue más por su no ubicación al estilo central como
tienen el resto de animales, estando disperso por el resto de su organismo. La
sensorialidad que aportaron las plantas recogía la aportado por las bacterias, incorporando en su organismo las mismas funciones
sensoriales bacterianas y, incorporando directamente a las bacterias a su organismo creando el primer modelo de
simbioma (coexistencia, cohabitación y convivencia de microbios y plantas de
forma interdependiente). Dicha evolución otorgaría nuevas formas sensoriales
tales como las sensibilidades por feromonas (estímulos a distancia de
sustancias químicas), para la gravedad, cronobiológico (percibir el momento del
día), etc.[ii]
Todos juntos evolucionaron hasta hace
unos 65 millones de años que fue cuando apareció el tercer exterminio debido al
impacto de un meteorito del tamaño del monte Everest. De las pocas bacterias,
seres pluricelulares y plantas que lograron sobrevivir, surgieron los insectos,
los cuales recogieron la sensibilidad de los seres vivientes precedentes y las
hicieron desarrollar, tal es el ejemplo de la visión (evolución de la
sensibilidad a la luz o fototropismo),
el olfato.
Posteriormente surgieron los peces, las aves y los
mamíferos, en los cuales la sensorialidad vuelve a evolucionar con formas
sofisticadas de órganos sensoriales (ojo, oído, lengua, nariz, piel, etc.), e
incorporando nuevas formas sensoriales (dolor, el equilibrio) sin desechar los
sentidos que ya habían aparecido en formas de vida inferiores.
La
evolución fue progresando hasta hace 2.000.000 millones de años en la que
aparecieron los homínidos, para encontrarnos con el Homo Sapiens hace 200.000
años, el cual presentaba la forma más sofisticada de sentidos pudiéndose
identificar en la actualidad más de
cinco sentidos (exactamente entre
10 y 11 sentidos,). Alcanzado este nivel de evolución sensorial, El Homo
Sapiens sufrió directamente junto con el resto de las diferentes formas de vida
sufrió la aparición de un nuevo exterminio (el cuarto) en forma de una segunda
glaciación que apareció hace 21.000 años. Sus supervivientes permitieron al
Homo Sapiens dar a lugar a las primeras culturas y civilizaciones, hace 8000
años (Cuadro 2).
Cuadro-2
Con
este pequeño enfoque podemos comprender como se ha ido estructurando la
sensorialidad que ha permitido sobrevivir a todos los seres vivos de nuestros
días. Expresado en otras palabras: la sensorialidad es el fruto de miles de
millones de años, emergida no de forma
gratuita ni banal, sino contra todo pronóstico. De ahí la importancia
histórica y biológica de nuestra sensorialidad y el cuidado que le debemos.
Todos estos datos nos indican que la
sensorialidad ha sido inducida. Y ¿En qué consiste la inducción sensorial? pues
ni más ni menos que el desarrollo de los sentidos en la medida de la evolución
de la vida en general y de nuestra evolución, como especie, en particular,
vinculada a un entorno y ha las capacidades de aprendizaje. Existe una forma de
inducción sensorial pasiva (la producida por el cosmos) y otra activa
(promocionada por el propio ser humano).
Cuando nos situamos en el terreno del
Homo Sapiens Sapiens, podemos ver que la sensorialidad inducida pasivamente se
construye a partir de lo explicado hasta
ahora, indicando que es fruto de la Naturaleza (Nature), es fruto también de
los que nos Nutre (Nurture) los planos físico, psíquico y espiritual y de la
Cultura (Culture) que nos rodea. Así pues es en el transcurso de los tiempos
que se ha ido configurando, primero una “arqueosensorialidad”(estadios muy
primitivos de la vida) en la que todos los sentidos han estado enfocados, de
forma especial hacia la supervivencia en
forma de adquisición de oxigeno (respirar), de obtención de agua (beber), de
alimentos (comer), y perpetuar la especie (reproducirse), a la cual le ha
seguido una “paleosensorialidad” (estadios de animales evolucionados) donde además de todo lo anterior, se aparece
la función de reposición-restauración en forma del acto dormir. La última
configuración sensorial que heredamos es la “neosensorialidad” (estadíos Homo
Sapiens) en la cual los sentidos, a más a más de lo anterior, buscan lograr la
seguridad de lo obtenido, y la saciedad sensorial, cambiar malestar por placer y miedo por
confianza (Cuadro-3 y4).
Cuadro-4
El estadio Homo Sapiens Sapiens se va
construyendo, según los principios filogenéticos de la evolución, a lo largo de
dos contextos, un primero contexto de “cerebrización” (evolución cerebral) en
el cual nuestro cerebro se construye a partir de formas antiguas de sistema
nervioso que dará a lugar a la
Arquicorteza (la parte más antigua, cuyas funciones regulan tareas y
emociones más vitales como el respirar,
beber, comer, etc.) y dentro del cual los sentidos buscan satisfacer
necesidades altamente indispensables, se trataría de un cerebro más reptiliano. Posteriormente, a lo largo de la evolución,
se le añade una forma algo más evolucionada de neuronas que forman la Paleocorteza (menos antigua que
regularía, satisfacería emociones más elaboradas y más próximas a los
sentimientos), se trataría de un cerebro más mamífero. Por último, aparece la
última forma neuronal más evolucionada que denominas Neocortex[iii](regula
funciones cognitivas superiores). Este
primer contexto es la base sobre el que aparece la “socialización” que sería el
segundo contexto, en el cual se cuece todo lo expuesto. Alcanzado éste nivel
estaríamos hablando plenamente del Homo Sapiens Sapiens. Curiosamente esta
forma de estructurase la sensorialidad humana coincide, en paralelo con las distintas
fases bioarqueológicas descritas al principio.
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